Hasta hace unos meses, en Veracruz no teníamos la menor idea de quién era Éric Patrocinio Cisneros Burgos. Los que participaron en la campaña de Cuitláhuac García sabían que era un operador eficiente, por lo que se esperaba de él que fuera un funcionario eficiente. Muchos pensaron que Éric Cisneros sería un contrapeso eficiente ante un gobernador lleno de debilidades, incapaz de controlar sus pasiones. Es más, Cuitláhuac García será un gobernador que, en su gabinete lo demostrará, se dejará arrastrar por sus pasiones.
Pero para eso estaba Éric Cisneros, para funcionar como un dique. ¡Vaya desilusión! Patrocinio Cisneros es también un ente pasional, visceral, que se sube al ring a la primera provocación. Cisneros se contagió de la misma diarrea verbal de la que padece Manuel Huerta, el futuro vicegobernador. Ya ha declarado, como si él fuera la mismísima Espada de Damocles, que su justicia caerá sobre el fiscal y sobre cualquiera que no entienda de qué se trata la República Amorosa de López Obrador, de quien se declara devoto siervo.
A Éric Cisneros le quedan solo 10 días a para saber si le alcanzan las cartas con las que decidió jugar para darle a Cuitláhuac García la gobernabilidad que Veracruz necesita; en sólo 10 días cargará con el peso de sus decisiones.
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