Pero para eso estaba Éric Cisneros, para funcionar como un dique. ¡Vaya desilusión! Patrocinio Cisneros es también un ente pasional, visceral, que se sube al ring a la primera provocación. Cisneros se contagió de la misma diarrea verbal de la que padece Manuel Huerta, el futuro vicegobernador. Ya ha declarado, como si él fuera la mismísima Espada de Damocles, que su justicia caerá sobre el fiscal y sobre cualquiera que no entienda de qué se trata la República Amorosa de López Obrador, de quien se declara devoto siervo.
A Éric Cisneros le quedan solo 10 días a para saber si le alcanzan las cartas con las que decidió jugar para darle a Cuitláhuac García la gobernabilidad que Veracruz necesita; en sólo 10 días cargará con el peso de sus decisiones.