«Yo, yo no soy letra de cambio, ni moneda que se entrega, que se le entrega a cualquiera, como cheque al portador». ¡Hay dolor!, de verdad que pega la canción llamada Cheque en blanco cuando hay un desamor. Y a propósito de cheques en blanco, nadie en su sano juicio firmaría un cheque en blanco y sobre todo al portador, ya que se corre el riesgo de ser defraudado por completo. Pues al parecer, algunos gobernantes piensan que la sociedad les firmó un cheque en blanco donde ellos pueden hacer lo que se les antoje.
Sin embargo, están equivocados. Es muy cierto que han llegado al poder por voluntad popular debidamente legitima, no obstante, la soberanía descansa precisamente en el pueblo. En otras palabras, en las democracias, los que gobiernan son los que conforman el pueblo. El pueblo pone y el pueblo quita, el pueblo premia y el pueblo castiga.
Así que sería bueno que todos aquellos servidores públicos, incluidos los diputados y senadores, recordaran su responsabilidad con el pueblo. Los nuevos servidores deben dejar atrás los vicios que tanto han dañado al país: los cochupos, las componendas, los trastupijes y transas, deben de ser erradicados de los palacios federales, estatales y municipales, y sobre todo, donde se hacen las leyes. Ojalá y en verdad la nueva clase política llegue a servir al pueblo y no a servirse de ellos.
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