Por estos días, en que los mexicanos recordamos a nuestros difuntos, hay un elemento que no puede faltar en los altares y es la flor de cempasúchil, esta flor de color amarillo encendido y olor inconfundible que ha estado presente en la vida del pueblo mexicano más de los que nos imaginamos.
De origen náhuatl, la palabra cempasúchil significa flor de 20 pétalos y, para los Aztecas estos representaban los rayos del sol, de ahí que las utilizarán para adornar las tumbas de sus muertos y formar caminos con ellos pues, según su cosmogonía, los pétalos guardaban el calor del astro rey e iluminaban los caminos a las almas.
Nuestros ancestros la utilizaron también para preparar remedios medicinales para tratar el dolor de estómago, los parásitos intestinales, la diarrea, así como para controlar la tos, la fiebre, la gripe y la bronquitis.
Incluso, algunos estudios científicos han determinado que esta flor posee propiedades antibacterianas, anti fungicidas y antioxidantes.
Cada año, en los estados de San Luis Potosí, Chiapas, Estado de México, Puebla, Sinaloa, Tlaxcala, Veracruz y Michoacán, se cosechan por miles para que puedan adornar los altares en los que nuestros muertos habrán de llegar a disfrutar de sus ofrendas.
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