Día de muertos

Muertos
Altar de muertos FOTO: WEB
- en Opinión

Édgar Landa Hernández / La muerte es un efecto terminal que resulta de la conclusión del proceso hemostático en un ser vivo; y con ello el final de la vida.

Desde que iniciamos nuestro proceso de vida algo de nosotros empieza a morir. Vivimos para morir, aunque a veces morimos lentamente cuando dejamos de amar, de hacer lo que nos gusta, morimos cuando los gustos por nuestras acciones se han extinguido, cuando el sabor de la vida se vuelve insípido en un ríspido andar donde solo se aprecia las falacias que a diario se nos presentan en forma de escollos y tenemos miedo para enfrentarlas.

Desprenderse de un ser querido duele hasta lo más recóndito del ser, por mucho que se prepare la persona, algo de nosotros se arranca, es como desmembrar parte de nuestros cuerpos y decir adiós es difícil.

Somos emociones que se encierran en un cuerpo terrenal y es normal que duela. La muerte trae consigo una recapitulación, una introspectiva en torno a qué se ha hecho para sopesar este tipo de eventos que cae como Balde de agua fría cuando llega.

La muerte es reconocer que somos seres finitos ante un universo que gira lentamente sin apenas dar tregua al tiempo. Aceptar la muerte es concebir de una manera excelsa la gratitud de haber sido partícipes  de un tiempo que lamentablemente llega a su fin, dejando tan solo el recuerdo en los corazones de los que se quedan y sufren por la partida.

¡El día de muertos!  es para nuestro gran pueblo mexicano un homenaje, una pleitesía a todos aquellos que en su momento vibraron con luz propia. Aquellos que dieron y dejaron parte de si en nuestros corazones, y que ahora se les recuerda de una manera sin igual dándole el debido respeto que se ganaron.

Homenajear a nuestros muertos es una forma de agradecimiento y que gracias a ellos estamos aquí y los que aún tenemos la fortuna de continuar dejando huellas es una reverencia sin igual, dando gracias al creador por continuar nuestro viaje evolutivo.

Disfruten de esta fiesta tan nuestra que a lo largo del tiempo no desmerece, al contrario, perdura de una forma excepcional.

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