La jubilación, una puerta al olvido o a la satisfacción de haber cumplido cabalmente

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Jubilación FOTO: WEB
- en Opinión

Luis Ortiz Ramírez / Mis queridos alumnos, durante muchos años he sido tutor de muchos de ustedes, maestro  de varias generaciones, he visto pasar por esta aula esperanzas e ilusiones, sueños y expectativas, la mayoría cumplidas, y otras fallidas por diversas razones. Ya mi voz no tiene la potencia de años atrás, poco a poco ha ido perdiendo fuerza. Mi vista, que era como la de un águila cuando comencé este ministerio de enseñanza y amor, ya está borrosa de tanto revisar tareas y estar pasando calificaciones. Pero no creas que me quejo, sino todo lo contrario, me voy con la frente en alto, sabiendo que cumplí mi apostolado con creces.

Es muy cierto que durante varias décadas se me presentaron varias dificultades  y obstáculos, reconozco que aunque no fue fácil, esta las tome como oportunidades para demostrar lo que valgo como persona. Te digo algo, no es fácil cumplir con las tareas asignadas, cuando se tiene que batallar con la  intolerancia y pobreza mental de algunas autoridades por defender tus propias ideas, pero era necesario hacerlo, durante mucho tiempo siempre  me pregunté, en cómo puede un maestro permitir que le pongan el pie en el cuello, y después vaya a su aula, a enseñar el derecho y el respeto a los derechos humanos. Eso mi querido alumno, se llama incongruencia, y los buenos maestros no se pueden permitir ese lujo.

No te creas, cuando me veo en el espejo, y veo mi pelo pintado de blanco, me da un poco de nostalgia, sin embargo, tarde o temprano el tiempo nos vence a todos de una manera muy sabia.  Por esa razón,  hay que saberlo aprovechar. Quiero que sepas que en estos últimos años, mientras tú estudiabas y retozabas por toda la escuela, y tus padres trabajaban duramente para que tú siguieras estudiando, el gobierno que está por salir, maquinaba una estratagema en contra de la educación pública, especialmente contra mis derechos laborales.

Este gobierno fallido y perverso, pretendía deslindarse de su responsabilidad, y condicionar mi permanencia en la escuela, desde luego, sin conocer las condiciones en que trabajamos. Es cierto que la escuela constitucionalmente es gratuita y obligatoria, pero muchos proyectos no se hubieran hecho, sin las aportaciones de los padres  y de los propios maestros. Hoy al pasar los años, el tiempo nos ha dado la razón, y en el horizonte hay una pequeña luz de esperanza.

Antes de despedirme, te quiero recomendar que dejes el celular en tu casa, este solo te distrae e interrumpe tu proceso de formación. Otra cosa, acostumbra a cuidar tus útiles escolares, estos no los regalan, tus padres tuvieron que trabajar muchas horas para que tú pudieras tenerlos. Recuerda que es necesario que demuestres tus buenos modales; respeta a las mujeres,  el dar las gracias, el pedir las cosas por favor, y llamar a los demás por su propio nombre, adorna el conocimiento que has adquirido en la escuela.

Sé muy bien que el tiempo también te hará crecer y que llegado el momento, tendrás que cumplir con tu responsabilidad con la sociedad y con tu patria, esmérate por ser un buen ciudadano, y un buen trabajador,  de esta manera tu propia familia que seguramente formaras, tendrá la seguridad y estabilidad de contar con un hombre de provecho, temeros de Dios y apartado del mal.

Es cierto que muchas de estas  recomendaciones, les corresponden  a tus padres, pero no está por demás recordártelas. Ojala y que si algún día te acuerdes de tus maestros, sea para bien. Finalmente te deseo lo mejor, y te agradezco que así como el barro en manos del alfarero, hayas permitido dejarte moldear.  Recuerda, eres fruto de la escuela  mexicana,  y del esfuerzo de muchos maestros envejecidos y cansados como tu seguro servidor, pero de una cosa estoy seguro, los viejos generalmente no nos  arrepentimos de aquello que hicimos, sino de aquellas cosas que dejamos  de hacer.  Hasta pronto.

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