El niño relata cómo un policía mexicano le tomó de su cuello tirándolo al piso causando un golpe en su hombro y siendo alcanzado por gas lacrimógeno, esto es parte de las peripecias que “el niño peregrino” ha vivido desde su partida de Honduras a causa de la desesperación que la gente vive día con día a causa de la ola de violencia, la falta de empleo y la carencia de comida.
Él relata que varias veces fue tentado a formar parte de una pandilla —su mamá fue violada por una de ellas—, que no iba al colegio y que solía vender chicles para ayudar en casa. Su madre cuenta que varias veces Mario le había dicho su interés por irse a los Estados Unidos, así fue como el pasado 19 de octubre avisó a sus padres que iba al centro sin decir que a donde iba era hacia México.
En Estados Unidos las fuerzas armadas esperan a los migrantes como Mario, que pasan por nuestro país donde es más fácil criminalizar a la hambruna que al gobierno. Mientras que la mitad de los migrantes retornaron a su país, el resto continúa expectantes y con una pequeña esperanza de prosperar.