Al líder petrolero, era común verlo en los mítines de los candidatos del tricolor y del mismo candidato presidencial. Así que el presidente electo no le debe ni el saludo a Romero Deschamps. De ahí su preocupación y permanencia al frente del sindicato petrolero ahora que soplan los vientos de la democratización sindical.
El viejo charro lleva 25 años religiéndose, mediante artimañas electorales y un grupo de incondicionales que usa como macana castigadora contra sus adversarios. Hoy Romero Deschamps no está en el ánimo de AMLO, el mismo López Obrador ha dicho que estará muy al pendiente del cambio de dirigente en el sindicato de Pemex. Pues, ahora es cuando la disidencia se debe de organizar y tomarle la palabra al presidente electo, eso a pesar de los pataleos de un líder que se niega a morir.