Harry el sucio fue uno de los funcionarios estatales que aprovechó su puesto para hacerse de contratos con el Gobierno estatal: servicios de banquetes y renta de autos era parte de los negocios que se le conocían y con los que facturaba muy bien a su amigo Javier Duarte, claro, con dinero de los veracruzanos. Sin olvidar los caballos que facilitó a la que merecía abundancia y que goza de impunidad en Londres.
Harry Grappa es uno de los muchos funcionarios estatales que logró hacerse de su “casita” en Woodlands, y hasta hace poco se le veía muy feliz y contento paseando por tierra veracruzanas esperando que le fuera otorgado ese amparo, la tabla de salvación a la que muchos duartistas se aferran. En horas se espera que se emita la ficha roja, para realizar una búsqueda en el extranjero de unos de los amigos más cercanos del villano favorito, Javier Duarte. A cada santo se le llega su día, y al parecer, es el día de Harry el culto.