Colocar a los amigos en puestos claves sin importar su capacidad técnica para desarrollar el cargo, fue una característica de los gobiernos priistas. El presidente o los gobernadores tricolores premiaban la lealtad partidista, se trataba de priorizar la amistad. No importaba el costo económico y social con el pueblo. Total, para eso era el poder.
Hoy en Veracruz, con el cambio de poderes que se avecina, Cuitláhuac García tiene una oportunidad de oro que a la vez es una responsabilidad. Él podría pasar a la historia del estado, como uno de los mejores gobernantes, desde luego si se aplica y pone todo de su parte. El gobernador electo deberá administrar con sabiduría, inteligencia y mucha sensibilidad. Deberá gobernar con los mejores hombres y mujeres.
El próximo gobernante deberá seleccionar a estos funcionarios con la cabeza fría, privilegiando la capacidad y dejando de lado la camaradería y amistad. Uno de los nombramientos más importantes y delicados es el de la Secretaría de Educación. El próximo secretario deberá ser un hombre bien preparado, un hombre que conozca las necesidades del magisterio, que sepa tejer finito y que pueda conciliar a las bases lastimadas por la Reforma Educativa.
Si Cuitláhuac García no oye consejos y si se empeña en poner al frente de la SEV al diputado plurinominal Zenyazen Escobar García, se estará poniendo de a pechito, no sólo ante los medios ni a la oposición, sino también ante los maestros que se sientes defraudados por este personaje, que no lo bajan de arribista y advenedizo.
El magisterio veracruzano se merece un verdadero académico, un pedagogo que proponga una buena política educativa, no un camarada que administre los dineros federales de acuerdo a la voluntad del Ejecutivo estatal. Esa historia ya la vivimos los veracruzanos con Fidel Herrera y Javier Duarte. Veracruz no se merece que la SEV sea una gerencia y deje de ser una institución que se preocupe la educación de la niñez.
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