Si alguien lucró con la dignidad de las mujeres (algunas menores de edad), de los ancianos y de los niños, ese fue César del Ángel, líder de los 400 Pueblos; como consecuencia, el hijo, Marco Antonio del Ángel, se benefició de esa explotación pues hasta diputado local lo hicieron. Tanto padre e hijo rebajaron la dignidad de las personas que lideraban y los volvieron literalmente “carne de cañón”, alquilándolos para cualquier tipo de manifestación, para cualquier tipo de enfrentamiento.
De la propia Secretaría de Gobierno, tanto de Fidel Herrera como de Javier Duarte, salían los millones para ese grupo delictivo; a los “jodidos” integrantes, unos pesos, a los líderes, los millones.
Ahora sale el “impoluto” exdiputado local, exvocero del PRI estatal a decir que el culpable de la derrota del PRI en Veracruz fue Américo Zúñiga, como si él, su padre y sus 400 Pueblos no tuvieran nada que ver en los desastres sexenales de Fidel y de Duarte, ambos gobernadores priistas. ¿Qué quiere el heredero de los 400 Pueblos? Pues quedarse con el cadáver que es el PRI; carroñero como es, piensa roer hasta sus propios huesos.
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