En el gremio magisterial, el sindicato más numeroso de México y América Latina, el control fue férreo. En el estado de Veracruz, los maestros fueron sometidos por la familia Callejas, su principal jerarca, ya difunto, fue Juan Nicolás Callejas Arroyo, un hombre tosco con el discurso apantallador de que el hombre había llegado a la luna y que aún tenía aulas con pupitres del siglo pasado, lograba mantener cautivos a muchos maestros con necesidad de horas y cambios de adscripción.
La historia ya la sabemos, los maestros fueron durante más de tres décadas monedas de cambio por puestos de elección popular. No obstante, con el tsunami López Obrador y antes, en el 2013, con la llegada de la Reforma Educativa, el PRI y sus líderes sindicales perdieron gran parte de su fortaleza.
Hoy el sindicalismo mexicano, especialmente el magisterial, se encuentra entre la coyuntura de democratizarse o ser rebasados por las bases y ser fragmentado en varias representaciones sindicales. De ellos depende su sobrevivencia política. Como dijera el famoso Ferras, «o la beben o la derraman».