El sepulturero del PRI se da ánimo él solo; el solitario de Los Pinos vive su propia realidad. Para Enrique peña Nieto, su realidad, su verdad es lo único que le hace compañía. Los reflectores están en una casa de la colonia Roma. De sus yerros quiere hacer fiesta; el enterrador presidencial quiere convertir en logros sus más grandes fracasos.
Si usted lo duda, lea con cuidado las siguientes palabras que dijo en el acto denominado Convivencia Cultural 2018: «La reforma educativa ya es un logro del que deben sentirse orgullosos los mexicanos. Es un logro que es aplaudido por las maestras y maestros de México, quienes se incorporaron e hicieron suyo este cambio estructural, a veces con resistencias, pero, al final de cuentas, advirtiendo lo valioso de este esfuerzo y de este mecanismo para asegurar una educación de calidad».
Sí, no lo dude, leyó usted bien, según el presidente los mexicanos debemos estar orgullosos por la Reforma Educativa. Y en el colmo de su delirio, el Ejecutivo federal señala que «este logro es aplaudido por las maestras y maestros de México».
Cómo ve usted, ahora resulta que las apoteósicas marchas en contra de la Reforma Educativa eran un carnaval de júbilo por parte de todos los maestros y las madrizas que recibieron los docentes, seguramente eran manifestaciones de gozo pleno. Por favor, que alguien le recuerde que su dichosa Reforma Educativa tiene los días contados.
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