Tratemos de hablar claro, el presidente electo de México, cuando estaba solicitando el voto de todos pero específicamente el del magisterio, prometió que de llegar la presidencia derogaría la Reforma Educativa. Si tomamos literalmente el término derogación en el estudio de las leyes, éste es el procedimiento a través del cual se deja sin vigencia a una disposición normativa, ya sea de rango de ley o inferior. La derogación es, por tanto, la acción contraria a la promulgación. No hay puntos medios ni medias tintas.
El magisterio no quiere una Reforma Educativa parchada, quiere una nueva Reforma Educativa, donde se privilegie el proceso de enseñanza-aprendizaje de los niños, una reforma que dignifique el trabajo de las escuelas normales. En referencia a la evaluación docente que dañó la reputación del maestro y que fue aplicada por la fuerza, ésta debe ser cambiada por una evaluación diagnóstica donde se detecten los puntos débiles de los maestros con la intención de repararlos, para provecho y beneficio de los alumnos.
Por esa razón es que muchos maestros mantienen sus reservas a las declaraciones del próximo secretario de Educación, de que la evaluación docente continuará con ciertas observaciones en lo referente a la parte punitiva. Ya se verá si el primero de diciembre se acaba la Reforma Educativa o nos muestran una reforma parchada para taparle el ojo al macho. Ojalá y se cumpla al pie de la letra la promesa lopezobradorista de eliminarla y cambiarla por una completamente nueva, integral e inclusiva.
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