Cuando el presidente Salinas nombró a Manuel Camacho Solís comisionado para la paz en Chiapas debido al alzamiento del EZLN, el malogrado candidato Luis Donado Colosio, conocedor de las señales y de que en política no hay casualidades, comenzó a preocuparse. Hoy resulta desconcertante el comportamiento y declaraciones del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, al no querer tocar ni con el pétalo de una rosa al presidente Peña.
Y es que resulta sospechoso que el candidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia, al hablar sobre la transición en la Presidencia de la República ante la posibilidad de un contundente triunfo, señaló que ya cuenta con un plan que se basa en respaldar totalmente el mandato de Enrique Peña Nieto hasta el último día, a fin de conjurar sobresaltos sociales o daños a la economía «y se termine bien».
Como ve usted, tenga la certeza que el candidato del PRI ya comienza a sudar frío, y a 30 días de la elección, ya se vislumbra la derrota. Por otro lado, cabe la posibilidad que el tabasqueño y el Ejecutivo federal se manejen a valores entendidos.
Comentarios