Personajes que dan vida

Personajes
Don Guillermo Zaragoza Urrutia, un personaje que da vida FOTO: ÉDGAR LANDA HERNÁNDEZ
- en Opinión

Édgar Landa Hernández / 

Una bella ancianidad es, ordinariamente la recompensa de una bella vida. –Pitágoras

¡Todavía a sus 97 años maneja! Sus movimientos ya no son como los de hace algunos años, hoy son más lentos, pero aun así continúa manejando su Volkswagen modelo 1994.

Es uno de mis clientes más longevos de todos. Su rostro denota el paso del tiempo, sus diminutos ojos cubiertos por unos anteojos dan muestra inequívoca que su vista ha perdido precisión. La piel de sus manos se ha adelgazado a tal grado que se puede apreciar el color de sus venas.

Las arrugas se han acumulado en su cara, pero su sonrisa sigue intacta y aún bromea. Su extrema delgadez, dice el que no es porque no coma, sino que así ha sido su fisonomía desde que tiene uso de razón. No recuerdo cuándo llegó por primera vez, lo que sí sé que cada vez que llega a mi negocio a darle mantenimiento a su auto se sienta en la banca que se ubica en la entrada.

Minutos después comienza a charlar de sus andanzas, de su recorrido por la vida dejando una inmensa sabiduría en sus relatos. Su mirada se pierde en el tiempo, rememora cada época, su mente aún es muy lúcida, no así su sistema auditivo que poco a poco es menor. Incluso usa un aditamento especial del lado derecho que hace que incremente los decibeles de lo que escucha.

Tiene gracia y empatía, comparte sus virtudes secretas y saca del baúl de sus recuerdos infinidad de anécdotas que dejan asombrado a aquél que le escucha. Tiene un enorme sentido de la realidad, la madurez adquirida a través de los años lo hace ser especial, no habla mal de la gente, al contrario, resalta las virtudes y como él dice respeta la personalidad de cada individuo.

Sus pensamientos son profundos y habla de la vida de una singular manera. Aun aprecia el amor por permanecer en este tiempo. Su sonrisa crece cuando comenta que el próximo noviembre cumplirá 98 años. Un relato sale de su voz, comenta que en el año de 1938 fue testigo de la expropiación petrolera por parte del General Lázaro Cárdenas del Río.

Le pregunto su nombre y responde inmediatamente.- Guillermo Zaragoza Urrutia, para servirle- se levanta y se pone en posición de firmes. Dice su número de compañía y número de matrícula.- Primera compañía de la primera sección. Matriculado con el número 27 30 96 ostentando el cargo de general.

Lo miro y sonrío. Su rostro cambia cuando habla de uno de sus hijos, respira profundo y se detiene un momento. Un pequeño movimiento de su cabeza y prosigue con su charla, y comenta la forma en que perdió la vida, como el mismo lo dice el más pequeño de sus hijos, al subirse a una torre eléctrica y accidentalmente tocó los cables de alta tensión.

El asegura que no fue falta de pericia por parte de su hijo, sino de sus acompañantes que jamás le advirtieron que pondrían nuevamente en funcionamiento los trasformadores, dejando resultados funestos. Nuevamente se queda callado, baja la vista hacia su reloj, con dificultad se levanta de la banca y pregunta el costo de la revisión que efectué a su auto.

Toma su bastón y se enfila rumbo a su automóvil. No sin antes agradecer la compañía. Arranca su bólido y desaparece en medio de incógnitas e incertidumbres, así como la alegría por seguir siendo vecino de esta vida que tantas alegrías le ha dado.

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