El descrédito de los sindicatos es evidente, su entreguismo y sometimiento abyecto ante las autoridades federales los deja como instituciones de parapeto. Los trabajadores mexicanos se encuentran solos como huérfanos. Sus líderes sindicales han dejado atrás las luchas por los derechos laborales. Las conquistas del pasado son como las glorias del Púas, ya nadie se acuerda de ellas.
El trabajador se encuentra ante el patrón completamente desprotegido, los líderes sindicales sólo buscan sobrevivir políticamente ante las elecciones del primero de julio. Carlos Aceves del Olmo, Carlos Romero Deschamps y Juan Díaz de la Torre son una muestra palpable de los liderazgos sindicales sometidos ante el poder actual.
Sus luchas son personales, son para el bien de su futuro político, no para la defensa de los trabajadores. Sin embargo, el trabajador está más informado y consiente que los liderazgos convenencieros deben de terminar. El primero de julio muchos liderazgos sindicales saldrán fortalecidos o, en definitiva, sólo les quedará la premisa de renovarse o morir, no les queda otra.
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