Si el gobernante en turno explota los temores del pueblo mediante el partido político que lo llevó al poder, y éste se vale de argucias para encaminarlo en direcciones insensatas o para apoyar al candidato oficial, el propio miedo puede convertirse en una fuerza desencadenada que se autoperpetúa, que consume la voluntad de la nación y debilita el carácter nacional.
Eso pasó en el 2006 con la campaña del miedo contra López Obrador. Ese tipo de campañas, además de desviar la atención de las auténticas amenazas y sembrar la confusión acerca de las verdaderas decisiones que toda nación ha de tomar de manera constante sobre su futuro, genera dudas y cuando eso pasa, el elector es presa fácil de la manipulación.
Por tales razones, los jorocones de Morena han denunciado ante el INE que el PRI y aliados, han lanzado mediante los medios de comunicación televisivos varios videos tendenciosos que pueden llegar a generar dudas malintencionadas. Lo más seguro es que la autoridad competente, como en el pasado, las condene, pero como dice el dicho, «palo dado, ni Dios lo quita».
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