No se cumple una semana del primer debate y ya en las redes sociales, que se han convertido en un termómetro de cómo reacciona la gente ante los dichos y acciones de cada candidato, se han dado fuertes confrontaciones entre los seguidores de uno contra los seguidores de otro. Las confrontaciones no se dan con el afán de convencer al de enfrente; a estas alturas los militantes que participan tienen muy claro a quien apoyar y a quien defenestrar.
El problema es que los apasionamientos obnubilan los valores de los militantes quienes, sin reparar en ello, se ponen a soltar mierda a diestra y siniestra; no les importa que el contenido sea falso, sea cruel, sea infame, sea vil, lo que les importa es causar daño.
Lo que no entienden es que ellos también salen dañados. A final de cuentas tiran toda esa mierda porque procuran disuadir al que ya tiene decidido votar por el candidato contrario, pero al mismo tiempo intentan persuadir a los indecisos, haciéndoles creer que el candidato de enfrente es lo peor que le pudiera pasar al país. Quien arroja mierda a los demás, se obliga a embarrarse las manos con ella.
Comentarios