Para los barones del dinero en México, Andrés Manuel López Obrador es un apestado, un plebeyo que no tiene por qué profanar los cuartos secretos de complicidad entre el Gobierno Federal y la élite del dinero. La historia también nos recuerda que, con Benito Juárez, la clase pudiente y acomodada de esa época se resistía al cambio, no querían perder sus grandes negocios y prebendas.
El deslinde de Carlos Slim y del Consejo Coordinador Empresarial no es gratuito ni casual, su lealtad al gobierno de Enrique Peña Nieto está llena de jugosos contratos y condonaciones de impuestos. Esa es la zanahoria que los mueve a seguir y apoyar una política que sólo les ha traído ganancias, pero que deja maltrechas a las clases más jodidas del país.
La pinza se comienza a cerrar, los voceros de Meade Kuribreña saldrán después el debate del domingo a tronar los cuetes de varilla, celebrando el triunfo del candidato tricolor, los medios oficialistas nacionales lo pintarán como un peligroso y poderoso velocista que, del tercer lugar, pasó al segundo con muchas posibilidades de disputarle el primer lugar al tabasqueño.
La prensa extranjera mostrar encabezados atractivos, reseñando épica victoria tricolor y los empresarios, como Slim, comenzarán a denostar al que consideran un verdadero peligro para sus mezquinos intereses.
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