En algún momento hemos dicho, y lo sostenemos, que los YouTubers se han convertido en los arrieros de la imbecilidad en las redes sociales. Algunos de estos sujetos, verdaderos fenómenos sociales, tienen millones de seguidores. Millones de seguidores a pesar de que se ha descubierto que varios de ellos tienen antecedentes y conductas que están fuera de la ley, la moral y la ética. Pues al parecer esa es la razón por la que millones de jóvenes los siguen, porque los YouTubers son jóvenes como ellos.
Dice una página especializada en el tema, «porque tienen sus mismos gustos, pasiones, problemas, sentimientos y emociones. Son vistos como el compañero de escuela o el vecino de la puerta de al lado y no como estrellas. Esto aumenta el sentido de confianza, la estima y el vínculo con ellos». Un YouTuber busca transgredir y es la transgresión la que le cosecha adeptos. El YouTuber capta de inmediato los rasgos de imbecilidad de sus seguidores y les alimenta esa imbecilidad.
¿Serán conscientes esos personajes de la gran responsabilidad que tienen al influir, ya sea de manera positiva o negativa en los jóvenes? La respuesta puede ser NO. Y la conclusión es inmediata porque la esencia del YouTuber es el entretenimiento, no es la docencia. Los jóvenes, hartos de la escuela y de los adultos, quieren a alguien que les regale los oídos, no alguien que los instruya. Por ello seguimos afirmando: «Los YouTubers son los arrieros de la imbecilidad en las redes sociales».
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