Pero Javier Duarte no sólo causó un gran daño patrimonial al estado. El “daño inmoral” del que hablamos es que el entonces gobernador se olvidó de sus gobernados y dejó la seguridad de un pueblo en manos de lobos voraces. De Fidel Herrera, su antecesor, se dice que vendió el estado a los Zetas por unos cuantos millones de dólares; por eso, ese grupo criminal operaba sin ningún problema. Javier Duarte dejó toda la operación criminal al Capitán Tormenta, quien a su vez delegó responsabilidades en delegados regionales que fueron los jefes de la mafia en cada delegación.
El daño que todos ellos causaron es histórico; Veracruz es el estado con más fosas clandestinas, con más cuerpos descubiertos, con más desaparecidos y ejecutados. Para los periodistas era tan evidente lo que estaba sucediendo. Muchos lo veían y lo denunciaban, por lo mismo tuvieron que pagar las consecuencias. Arturo Bermúdez Zurita, de una dependencia que debería dar seguridad, hizo una cueva de lobos hambrientos, enloquecidos que ante cualquier excusa levantaban a una persona y la desaparecían. Eso es “daño inmoral”, daño criminal.
Por causa de esos delincuentes, disfrazados de servidores públicos, hoy día nos da miedo cuando una patrulla nos pide que nos detengamos; nos da miedo cuando un policía se nos queda viendo; nos da miedo cuando un ladrón nos asalta y tenemos que llamar a la policía, porque no sabemos si la policía va a ser más delincuente que el ladrón. Eso es “daño inmoral”.
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