Pobre tipo el que quiso quemar la bandera de México en San Diego para mostrar su apoyo a Donald Trump, un presidente que ha fomentado esos excesos nacionalistas. Usted esperaría que el tipo fuera completamente sajón, de ojo azul y pelo rubio, de más de un metro noventa centímetros de estatura. Pero no, era un paisano cualquiera, de piel morena y apenas pasaba del metro sesenta centímetros de estatura.
Este sujeto se dio valor y con una llave rompió la bandera y estuvo a punto de prenderle fuego si no es porque dos mujeres se lo impidieron. Pobre sujeto, enano mental, ya se parece a esos Nazis peruanos, que anunciaban desde su pueblo la supremacía de la raza aria, lo mismo que unos “morenazis” de Guadalajara que ya se sentían descendientes de Hitler.
Y no que se deba tener cierto tipo para ser intolerante y racista, la intolerancia hacia las personas diferentes o hacia las naciones vecinas es reprobable, sea cual sea la raza o nacionalidad. Pero señores, hay que tener tantito pudor para no hacer semejante ridículo.
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