Por supuesto que no hay delito que perseguir, si entre amigos llamas “hijo de puta” a un funcionario público que tu crees te está acosando. Entre amigos a quienes dicen hasta de lo que se vana morir, pero eso queda entre amigos. Lo que la PGR quiere evidenciar es el contraste entre el buen trato que le diera Mauro Rodríguez, funcionario de la Siedo, a Anaya y la respuesta soez que este le regresa; la tención no es recíproca.
Pero por si acaso, y para que no se diga que el del lenguaje de “verdulera” es Anaya, Diego Fernández de Cevallos, excandidato presidencial, quien fuera secuestrado y lamentablemente regresado, quien nos quiso ver la cara con el montaje de su regreso como el “apóstol de los farsantes”,
llevando flores a su amada, bueno, un verdadero “hijo de puta”, ya se echó la culpa y no sólo eso, pluralizó la expresión, es decir, no sólo Mauro Rodríguez es un “hijo de puta” para Fernández de Cevallos, todos en la PGR son uno “hijos de puta”.
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