Por supuesto a Sara Ladrón, rectora de la Universidad Veracruzana, ni siquiera se asomó a este punto del Código de ética al momento de ordenar al abogado de la UV que se deslindara de la investigación que hiciera Rosío Córdova sobre la violencia que se vive entre la comunidad universitaria.
La UV, su rectora, sus académicos y sus alumnos, debieron sentir empatía y debieron disponerse a ayudar en los momentos difíciles a la académica que estaba siendo citada por la Fiscalía para que declarara sobre la investigación que desarrolló en la propia UV; Rosío Córdova requería de apoyo y sólo le dieron la espalda. ¿Dónde quedó la solidaridad?