La verdad es que hay pocos recursos y los aspirantes a diputados tendrán que poner de su propia bolsa. Se acabaron esos tiempos en que se amarraba a los perros con longaniza y no se la comían. Algunos están muy conscientes de eso, pero no les importa, porque se han dado cuenta que una diputación bien puede ser un negocio redondo.
Saben que en los momentos cruciales su voto a favor o en contra de alguna ley o de alguna propuesta puede significar mucho. Ahí está el montón de diputados de distintos colores que nada más de un día a otro se convirtieron en azules. Poner dinero para ganar una diputación para muchos es invertir a futuro.