En serio, Morena se ha convertido en todo eso que tanto repudiaba. Morena ya es toda una franquicia a la que puede acceder cualquier sujeto, sin importar la ideología, sin importar el trabajo social, sin importar la honestidad o la cordura. Morena ya es émulo del PRI y del PAN, y quien tenga un poco de dinero, lo suficiente como para comprar una candidatura, no importa su calaña, puede ser su candidato.
Primero reportábamos a la infausta Carola Viveros, quien sin ningún mérito llegó a ser diputada local; ahora sin ningún trabajo legislativo busca ser diputada federal. Por el otro lado, del “gran chatarral” de la política veracruzana sacan a Rafael Hernández Villalpando, quien había quedado al margen de la función pública, al margen del olvido y que de repente resurge como aquel que habrá de contender para otra diputación federal por parte de Morena.
Con estos candidatos Morena merecería perder. ¿Dónde quedaron los principios? ¿Dónde quedaron los méritos de los militantes? ¿Acaso de entre esos militantes no hay nadie que merezca más la oportunidad que brindan a un advenedizo?
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