Armando Ortiz / Interesante lo que algunos encuestadores y politólogos señalan sobre las posibilidades de Andrés Manuel López Obrador para llegar a la presidencia de México; interesante que digan que el último que podría descarrilar su tren es el mismo. Claro, habría que decir que en alguna ocasión ya lo hizo. Fue en 2006, cuando después del fallido desafuero que le promovía el imbécil de Fox, López Obrador se fue hasta las nubes. ¿Cómo si Andrés Manuel tenía un margen de aceptación tan alto pudo perder la elección? ¿Cómo pudo perderla ante un candidato tan vil y mezquino como Calderón? Pues como dicen los politólogos y encuestadores, el mismo López Obrador se puso el pie para tropezar. Él y el grupo que lo rodeaba ya se sentían triunfadores, ya sentían que tenían la presidencia en las manos, ya se estaban repartiendo puestos y ello los llenó de soberbia. El mismo Andrés Manuel mostraba desdén a las advertencias que le hacían algunos de sus colaboradores cercanos sobre ciertas actitudes y decisiones que parecía lo perjudicaban. Por supuesto, la guerra sucia en su contra tuvo mucho que ver en esa derrota de 2006, pero si López Obrador no se hubiera ensoberbecido, hubiera tomado más precauciones y se hubiera guardado más de la lengua. Ahora parece que ya entendió la lección; pero, ¿ya la entendió?
AMLO, no se puede aspirar al Paraíso negociando con el diablo. En Morena no existe un letrero que diga: “Nos reservamos el derecho de admisión”
Abrir las puertas de su partido a cualquier arrepentido es parte de una estrategia por parte de López Obrador que tiene, por decirlo así, un fondo histórico. En el 2006, el otro Andrés Manuel, el más puro en esencia, desdeñó el refuerzo que le ofrecía Elba Esther Gordillo, quien le fue a ofrecer el apoyo del entonces sindicato más poderoso de América Latina. López Obrador no quiso pactar con Elba Esther y ésta le fue a ofrecer sus activos al inescrupuloso Calderón; la diferencia entre la derrota y la victoria fue mínima; el SNTE a favor de AMLO hubiera cambiado la historia. Ese trauma político puede estar detrás de esa apertura y santificación que otorga López Obrador a los “arrepentidos” que se suman a su campaña. Las puertas están abiertas sin restricciones; en Morena no existe un letrero que diga: “Nos reservamos el derecho de admisión”. En Morena puede entrar cualquier truhan, cualquier traidor, cualquier vende patrias; Manuel Espino es todo lo anterior y ya está en el proyecto lopezobradorista. Si los politólogos y encuestadores dicen que Andrés Manuel es el único que puede ponerse el pie para tropezar, tal parece que esta apertura podría provocarle el tropezón. No se puede aspirar al Paraíso negociando con el diablo. Pero AMLO no lo puede evitar, el trauma que cargan desde el 2006 lo tiene obnubilado.
Conocer a Pepe
Los que han tenido la oportunidad de conocer de cerca a Pepe Yunes entienden bien la clase de persona que es el precandidato del PRI a la gubernatura de Veracruz. Sólo aquellos que no han tenido la oportunidad de conocerlo, aquellos que no se han dado tiempo para investigarlo o simplemente aquellos dogmáticos que se aferran a su voto antiPRI, pueden hablar mal de él. Como funcionario público Pepe Yunes ha sido irreprochable, no encontrará usted en alguna hemeroteca notas serias o investigaciones periodísticas donde se le acuse de corrupción. Por supuesto que tiene malquerientes; hay sujetos que se enemistan con otros sólo porque no les cumplen sus caprichos y el senador con licencia y aspirante a la gubernatura no buscó ser funcionario público para andar cumpliendo caprichos para los que se decían sus amigos. Es por ello que la estrategia de Pepe Yunes ha sido ir personalmente a cada municipio, comunidad y colonia para que la gente lo conozca, porque conocer a Pepe Yunes de cerca hace que la gente entienda que en su caso va por delante la persona y no el partido.
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