Sin embargo, le da por ser funcionaria pública y se le concede; se despierta con ganas de ser diputada federal y se le concede; ahora le dieron ganas de ser senadora de la República y, pasando por encima de Anilú y de Elizabeth, ya se anotó para ver si se le concede. María del Carmen Pinete es de la banda de mujeres fidelistas, pero no fue “Reini” ni “Barbie”; algo de cacique tiene por allá por sus rumbos, pero nada más.
De su trabajo legislativo no se sabe nada; no se conocen sus propuestas, ni alguna iniciativa que mejore las condiciones de vida de las personas en su distrito. Entonces, si no vale ni un “cacahuate” su trabajo político, ¿para qué se anota? Sólo que sea para perder.