»Todo aquello quedó atrás, creo que fue para mí un sueño del que no me gustaría haber despertado jamás. Ahora la realidad es otra, ahora la ciudad se tiñe de rojo con tanta frecuencia, que al contrario de aquellos años maravillosos nos da miedo salir por varios motivos. En la esquina de tu casa te encuentras con bolsas grandes de luto, porque uno o varios cuerpos yacen en ellas. El negocio que hace unos años abrí sin falta todos los días y a la misma hora, ya no abre. Un día se le ocurre a un personaje darte permiso para que sigas trabajando a cambio de una jugosa cantidad.
»Con tus vecinos, compartías el bocadito en una fiesta, en una piñata, etcétera. Hoy en día, en algunas calles sólo percibes el olor que no te es familiar y ya no se comparte una plática en la escuela; ni pensarlo, pues no sabes quién es ni a qué se dedica la persona con la que hablas. Todo ello es una lástima y lo digo porque estoy pensando sencillamente alejarme de aquí. Pero no por eso, dejaré de amarla nunca, ella me recibió con los brazos abiertos, me dio trabajo, amigos y muchas satisfacciones. Gracias Xalapa».