Si tiene pico de pato, cola de pato y hace como pato, pues es un pato; de verdad que pocos lo dudarían ante esas señales. Casi todo mundo sabe que las coincidencias no existen en la política mexicana. Por esa razón las piezas sueltas del rompecabezas electoral comienzan a cuadrar y dar forma de la imagen que se presentará bajo una tela de sospechosismo oficialista.
El nombramiento de un fiscal en la Fepade con antecedentes partidistas, la aprobación de una Ley de Seguridad que le permite a las fuerzas armadas reprimir cualquier tipo de manifestación que, según su propio criterio, sea considerada un peligro para la nación, y la regulación de espacios en los medios de comunicación bajo una ley que más que regular la publicidad, buscará tener a los medios como socios incondicionales, genera un clima de incertidumbre y sospecha a la sociedad mexicana.
El sistema oficialista representado por Enrique Peña Nieto no sabe perder. Sus miembros atrancados en una cadena de negocios ilícitos y de desvío de recursos, como ha sido demostrado con las detenciones de los exgobernadores, la mayoría con el sello de la frente del PRI, buscará a como dé lugar que el mismo sistema gobernante amigo pueda seguir existiendo otros seis años más.
Por esa razón no resultan descabelladas las declaraciones que hizo hace unos días Porfirio Muñoz Ledo, al señalar que podemos ser testigos de una verdadera elección de estado. Ojalá y entre la mesura en escena y prevalezca la verdadera democracia en México, aunque eso verdaderamente está en chino.
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