Por supuesto, no se desprecian los parabienes que a los verdaderos periodistas envían los bienintencionados. Pero a ratos, la banalidad de estar celebrando a los periodistas a cada rato le quita mérito al oficio. Como diría un clásico, «ya cualquier pen… se dice periodista». Y no nos referimos a los compañeros que día a día están buscando la nota o analizando las consecuencias de alguna noticia. Nos referimos a esa manía de creer que cualquiera que compre un medio de comunicación, cualquiera que escriba una nota ya es catalogado como periodista.
El día del periodista es hoy, y mañana y pasado mañana y cada día que el comunicador sale a buscar la noticia o discierne la noticia. El periodista está comprometido con la sociedad, no con sus intereses económicos, ni políticos; el periodista verdadero está por encima de estas celebraciones, las supera y las hace a un lado para continuar con su trabajo que es informar a la sociedad.