La propuesta de poner a un fiscal electoral a modo y poner en marcha una ley que permita que las fuerzas armadas se tomen atribuciones que sólo eran concedidas a los cuerpos policiales, han comenzado a despertar sospechas.
No sólo se juegan los diferentes cargos y la presidencia de la República, los resultados del primero de julio adversos al partido gobernante serían el preludio de un futuro incierto para la clase gobernante actual. Muchos de ellos terminarían en la cárcel, incluido el propio presidente. Por esas razones, son justificadas las sospechas de una tormenta con síntomas de fraude electoral.