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La tanda del perro más flaco*

Rafael Pérez Cárdenas / Dice el refrán popular que al perro más flaco se le cargan las pulgas, refiriéndose a que a las personas más desafortunadas les suceden toda clase de adversidades. Y no es porque al Presidente Enrique Peña le falte fortuna en lo material –es la hora que no puede explicar bien a bien lo que posee-, sino porque su desenfreno verbal lo ha convertido en un singular protagonista de las redes sociales y los memes.

La mayoría de sus célebres dislates son chistes que se cuentan solos. El último traspié lo hubiera hecho millonarios si tan sólo tuviera el registro de derecho de autor; me refiero a la expresión de que uno es mayor que cinco, problema matemático que en su infinita sabiduría ha resuelto José Candelario “Tres Patines” en la tremenda corte cubana: “es muy fácil, en mi casa somos seis hermanos y uno es mayor que cinco”. Teorema resuelto.

Es posible escribir un libro entero de las jocosas expresiones del Presidente –algunas de ellas lamentables cuando se trata de la investidura de un primer mandatario-, sin embargo, se podrían publicar muchos más con aquéllas que le han sido adjudicadas como cortesía de la raza brava de las redes sociales. En eso de los memes, está claro que al perro más flaco le han cargado las pulgas.

Por eso cuando empecé a escuchar todo tipo de alegatos, enojos y burlas sobre la propuesta presidencial de organizar tandas entre las familias afectadas por el sismo del pasado 7 de septiembre, no tuve duda que sí era capaz de hacerlo, sin embargo, era importante conocer el contexto para entender lo que se habría dicho a los pobladores del municipio de Villaflores en Chiapas.

El primer asunto que me asaltó era que si se refería a que los damnificados reunieran el dinero que recibirían como apoyo oficial y con él realizaran tandas para poder iniciar la reconstrucción de sus casas. Esto, en efecto, es absurdo porque significa fragmentar el dinero para después volverlo a reunir, sin obtener una utilidad adicional a cambio. Sería una pérdida de tiempo en una situación en la que no se pueden dar ese lujo.

Una tanda es una manera no institucionalizada de ahorrar dinero. Esta práctica financiera es muy común entre los mexicanos, sobre todo en ambientes familiares y laborales. Sin embargo, como todo, hay riesgos y beneficios en este sistema de ahorro no institucionalizado, que no genera ganancia alguna, salvo la posibilidad de contar con una suma de dinero extraordinaria en una fecha específica.

Pero en el caso de los damnificados, su urgencia no es ahorrar a mediano y largo plazo, sino contar con recursos inmediatos para atender sus necesidades más urgentes. No sonaba lógico.

De manera literal, cito la expresión del Presidente: “Creo que si se organizan, a modo de tandas, como suele decirse, se organizan cuatro familias y deciden entre todos construir la primera casa, se sortean la de quién, luego la que sigue y la que sigue y así las cuatro casas”.

Ahí la cosa cambia. Se trata de la suma de esfuerzos de un número pequeño de familias para resolver –aparentemente- de manera más rápida, la construcción de sus viviendas. No se trata de ahorrar, pues, sino de juntar los recursos de varias personas para solventar de mejor manera el gasto que se debe realizar. En este tenor, el esquema de la tanda no se refiere al dinero sino al esquema de sorteo para determinar el orden de los beneficiarios. Hasta ahí la expresión del presidente.

Por supuesto que tiene sus asegunes, suficientes para que sus francotiradores hagan cera y pabilo de la propuesta. El primer conflicto que se genera es precisamente cómo establecer el monto y tipo de vivienda a construir. Entiendo que las partes se obligarían a tomar el acuerdo para que las casas tengan el mismo diseño y el mismo valor.

Pero qué pasará con aquéllas familias que por su número de integrantes requieren de viviendas con características diferentes. Además, ¿estarán siempre de acuerdo en la zona que deban ser construidas? ¿En los materiales? ¿En quién las va a hacer?

Y el diferendo más importante es determinar el orden de entrega de las viviendas. En el caso de las tandas, los ahorradores generalmente determinan la fecha en que quieren su dinero, en función de compromisos económicos que deban atender. Aquí la necesidad de tener un lugar dónde vivir es inmediata.

Una casa no se construye en un par de semanas, sino en meses, sobre todo si la economía de estas familias está lastimada. Es difícil pensar que una familia acepte, aún con sorteo de por medio, que será beneficiada con una vivienda un par de años más tarde, cuando se hayan construido las tres primeras. Eso, pensando de la manera más positiva posible. ¿Y si alguno de los primeros beneficiarios, una vez resuelto su problema, deja de aportar?  No es tan fácil.

Me parece que en su contexto real, la idea es poco viable por muchas razones, aunque se reconozca la buena fe del Presidente. Además, lo que la gente requiere es de apoyo institucional y no de ideas de autoconsumo. El gobierno debe actuar con mayor responsabilidad en la emergencia.

Mientras tanto, al perro más flaco se le seguirán cargando las pulgas, al menos hasta que el año próximo cambiemos de perro, parafraseando siempre al ingenio popular.

Las del estribo…

  1. No cabe duda que el senador Manuel Cavazos Lerma, ex gobernador de Tamaulipas y delegado del CEN del PRI en Veracruz durante la pasada elección de gobernador, es un hombre de luces y sombras. Es el senador más improductivo del país, pero al mismo tiempo, es el único ex gobernador tamaulipeco que no está preso o ande de pelada.
  2. Muchos candidatos a regidor que ya se hacían cobrando miles de pesos –más de 100 mil en los Ayuntamientos más grandes-, luego de que el OPLE y el Tribunal Electoral local habían validado el procedimiento y los criterios de asignación en los 212 municipios de la entidad, se pueden quedar chiflando en la loma. El TEPJE les dio palo y tendrán que volver a asignar regidurías. Ni modo, a devolver la camioneta nueva y regresar al Bacardí blanco.

 

* Columna publicada originalmente para el portal Formato Siete

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