Duarte, preso del ajedrez político de Peña Nieto

Enrique Peña Nieto y Javier Duarte de Ochoa FOTO: WEB

En la política, el saber gobernar y saber administrar los tiempos es parte esencial del político que pretende permanecer vigente. El gobernante busca acomodar los tiempos de acuerdo a sus intereses y metas. En el caso del presidente Enrique Peña Nieto, sus intereses son muy obvios, el Ejecutivo federal busca que un priista ocupe el lugar que el dejará en el 2018. Acaso piensa usted que la dilación y tortuguismo del caso del sátrapa jarocho, Javier Duarte, es gratuito. Desde luego que no, el Gobierno Federal sabe que es necesario saber administrar el caso Duarte, de ahí pueden sacar raja política.

El PRI gobierno necesita un baño de pureza y justicia que le borre la churria que deja la corrupción. El tricolor tiene el rostro enjuto y no cuenta con la calidad moral para hablar de aplicación de justicia. En sus filas, aunque los haya expulsado, se encuentran varios exgobernadores que creyeron que podían burlar la justica.

El caso más sonado es el de Javier Duarte, un personaje cínico y febril que fue utilizado para financiar campañas tricolores. Por esa razón, al gobierno de Enrique Peña le urge una muestra de aplicación justiciera que mande un mensaje de lucha frontal contra los corruptos. Aunque hasta el momento sólo se ha visto pura simulación, las acusaciones de la PGR y de la Auditoria Superior de la Federación sencillamente no prosperan, y lo peor, la cómplice del regordete exmandatario, su esposa Karime Macías, anda paseándose por los Campos Elíseos. Ni hablar, como dijera Renato Leduc: «Conocer los tiempos es una verdadera virtud».

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