El PRI gobierno necesita un baño de pureza y justicia que le borre la churria que deja la corrupción. El tricolor tiene el rostro enjuto y no cuenta con la calidad moral para hablar de aplicación de justicia. En sus filas, aunque los haya expulsado, se encuentran varios exgobernadores que creyeron que podían burlar la justica.
El caso más sonado es el de Javier Duarte, un personaje cínico y febril que fue utilizado para financiar campañas tricolores. Por esa razón, al gobierno de Enrique Peña le urge una muestra de aplicación justiciera que mande un mensaje de lucha frontal contra los corruptos. Aunque hasta el momento sólo se ha visto pura simulación, las acusaciones de la PGR y de la Auditoria Superior de la Federación sencillamente no prosperan, y lo peor, la cómplice del regordete exmandatario, su esposa Karime Macías, anda paseándose por los Campos Elíseos. Ni hablar, como dijera Renato Leduc: «Conocer los tiempos es una verdadera virtud».