La Universidad Veracruzana, como muchas otras instituciones en el estado de Veracruz, ha dejado de ser relevante, pues la UV ya no es un factor importante para la construcción del bienestar de la sociedad veracruzana. Es decir, la UV no es la UNAM ni el Tec. de Monterrey ni la Ibero, donde los empleadores están buscando a los egresados para que enriquezcan su platilla de trabajadores.
Si somos fríos y nos dejamos de sentimentalismos institucionales, la UV es un semillero, pero de desempleados, porque lo suyo se detuvo en la enseñanza, y se entretuvo en la voracidad. Voracidad la de Víctor Arredondo, voracidad la de Arias Lovillo y voracidad la de Sara Ladrón, quienes sólo han asumido la rectoría para mantener los privilegios de las camarillas que existen, al tiempo que engordan sus cuentas bancarias, mientras en su estadía se dan vidas de marqueses y dan vida de condes a sus achichincles.
Por eso la Universidad Veracruzana en realidad ya no importa, la Junta de Gobierno lo sabe y por ello toma decisiones de manera muy chabacana, sabiendo que el daño que puedan causar es mínimo comparado con el daño histórico que ha sufrido la UV.
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