Luis Ortiz Ramírez / Un sistema político caduco, desgastado y lleno de corrupción; no se le puede llamar de otra manera a la administración de Enrique Peña Nieto. Los sospechosos y apretados resultados del Estado de México, y su participación en Veracruz y Nayarit, son el vivo reflejo del hartazgo de la sociedad mexicana. La pobreza y el desempleo avanzan, merma la calidad de vida, a pesar de que en sus informes macroeconómicos digan lo contrario.
Las cifras de la elección de fin de semana representan un rechazo vehemente a la política improvisada y sin rumbo del presidente Enrique Peña Nieto (EPN). Es cierto que arrebato con argucias el Estado de México (EDOMEX), pero con una mínima diferencia de 3 puntos, lo cual refleja muy poca aceptación popular.
Y es que la popularidad del presidente se encuentra en los sótanos del ánimo de la sociedad mexicana, según la más reciente encuesta de la consultora parametría registra un 15% de aprobación contra un 84% de opiniones negativas,
Además, si añadimos el alza desmedida e injustificable de los combustibles, misma que ha pegado muy duro en la economía de los mexicanos. También el armatoste llamado reforma educativa, supuesto eje de del progreso nacional, no termina de cuajar, y sin embargo sirvió para poner en contra del PRI al magisterio nacional.
Por otro lado, crece el desencantamiento del electorado al ver a un Gobierno corrupto, que protege a sus ex gobernadores y que da prioridad al tráfico de influencias para lograr sus fines, así como una desmedida arrogancia y codicia por el poder y el dinero. Y es precisamente con la indiferencia y abstención que este sistema sobrevive. Si en verdad todos los electores salieran a votar las cosas serían muy distintas.
Hoy los mexicanos no podemos ver morir al dinosaurio priista, se resiste y da coletazos, las armas democráticas para acabar con ser de mil cabezas son insuficientes. Este vive por voluntad de los barones del dinero y de los amos del narcotráfico, a ellos les conviene que siga vivo. Ellos se han beneficiado de su existencia y de su mezquina relación con él.
Y es que la mayoría de los mexicanos que buscan el cambio, pensaron que después de las elecciones del 2016, el PRI estaría más cerca de la tumba, sin embargo su ambición por el poder lo mantuvo con vida, el dinosaurio abrió los ojos y volvió a respirar, despertó y sus primeros coletazos los dio en el Estado de México, fiel a su estilo de coacción y arrebato, impuso su ley, sucia y torcida pero al fin suya.
No se ve con claridad cuando vaya a morir el dinosaurio tricolor, a muchos no les conviene su muerte, pero para los mexicanos que buscan el cambio, saben que es necesaria la muerte de un dinosaurio que representa los intereses más oscuros, de la mafia del poder.
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