El asesinato de Javier Valdez Cárdenas, fundador del semanario Riodoce en Sinaloa y colaborador del periódico La Jornada es una afrenta más en contra del gremio periodístico. Es un balazo más a la libertad de expresión, pero es también un bloque más al muro de la impunidad. Porque en este momento el gobierno está sacando el famoso discurso de «llegaremos en la investigación hasta las últimas consecuencias», o «vamos a atrapar al quien perpetró este crimen no importa quien caiga».
Ya les conocemos el discurso, pero ellos no nos conocen la indignación; ya les conocemos la maña, pero ellos no nos conocen la entereza. Por lo que vemos al gobierno de Peña Nieto no le importa salir de la lista de los países más riesgosos para ejercer el periodismo; no le importa que México sea un país donde matan a los periodistas.
Hasta parece que el mismo gobierno, con su ineficiencia, por su omisión y a veces hasta por su colusión, fomenta este ambiente adverso al que los periodistas nos tenemos que enfrentar todos los días.
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