Pues claro que se la merece, dicen algunos, sus buenos madrazos se llevan en cada pelea. Pero la verdad es que desde hace mucho tiempo se sabe que Saúl el Canelo Álvarez es un producto de la televisión, no del deporte, sino de los intereses económicos del deporte. La fórmula es fácil: se trata de inflar a un peleador con cierto carisma, hacer creer que es un vencedor consiguiéndole peleas a modo.
En cada pelea hacer una campaña publicitaria señalando que cada uno de sus encuentros es la “pelea del siglo”. Pagar al adversario, a los jueces, a todos los que necesite comprar. Al final hay que inflar las apuestas y con ello lavar millones de dólares con esas apuestas, que es donde está el verdadero negocio.
Por eso el Canelo se puede comprar una camioneta de ocho millones 800 mil pesos, porque el negocio deja para eso y para más. ¿Los aficionados? Esos no importan, esos se creen cualquier cuento.
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