La vez pasada, los padres de Enrique Capitaine, preso en el penal de La Toma, dijeron que habían conseguido un amparo federal con el que su hijo iba a salir en libertad. Pero el amparo sólo obligaba al juez a que valorara una vez más ciertas pruebas que se habían omitido y que creaban discrepancia con lo que las testigos habían declarado. Finalmente se tomaron en cuenta esas pruebas y se volvió a ratificar el auto de formal prisión.
Ahora salen los padres de Capitaine a decir que hay una multa en contra del juez que no cumplió con el amparo federal, pero el juez sí cumplió con ese amparo de revisión. No existe tal multa, no existe tal amparo de libertad, sólo la insistencia y el dinero de los padres de Capitaine, que esos sí maicean a unos cuantos medios nostálgicos del duartismo, para hacer creer que su vástago va a salir libre muy pronto.
Así lo hubieran cuidado cuando andaba de malandro el chamaco, pero ahora lamentan lo que ellos mismos provocaron. Qué tal si en lugar de premiarlo con un viaje a Las Vegas después de descubierta su gracia lo hubieran metido en un convento; el chamaco hasta obispo podría ser.
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