Aparentemente Andrés Manuel no debería tener problemas para hacer de Veracruz su bastión político, pero el caso es que sí va a tener problemas. El problema de López Obrador en Veracruz está en los que dirigen Morena, en los diputados y diputadas que, con sus marcadas excepciones, sólo van al Congreso a calentar el asiento. Manuel Huerta por ejemplo cada semana da claras muestra de una estulticia sectaria que causa rechazo entre los que reconocen el liderazgo de López Obrador.
Si a esto le sumamos que Morena se puede convertir en un depósito de cascajo político, entonces la cosa se agrava. La política de Morena no puede reducirse a recibir a todo aquel que diga que está inconforme con el sistema político actual. Los que se acercan a Morena lo hacen porque les conviene a sus intereses, no a los intereses del pueblo.
Tampoco puede seguir funcionando esa tómbola política que se organizara en las elecciones pasadas, donde sólo por tener el número premiado se puede hacer diputado a cualquiera. Ahí está el ejemplo del diputado Sebastián Reyes Arellano, quien a la primera que vio dónde estaba más cómodo, dejó las filas de Morena para volverse independiente.
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