Con una torpeza que sólo se puede entender en alguien que deja que su mente criminal le domine, indujo a sus hordas de seguidores a agredir a los tres políticos. Las hordas desatadas actúan con imbecilidad, como perros con rabia se fueron sobre Yunes, Creel y Anaya; en ese momento pudo ocurrir una desgracia de consecuencias lamentables. Los proyectiles que lanzaron en contra de los vehículos de los tres políticos y de sus guardias de seguridad eran como para que alguien muriera en ese lugar.
En esa ocasión la comitiva panista de manera heroica protegió al gobernador electo, no sin que alguno de ellos resultara con alguna herida. César del Ángel no se dio cuenta de que lo estaban utilizando como arma para que alguna tragedia ocurriera; César del Ángel fue el arma agresora, mientras los cobardes que le pagaron siguen de huida o son protegidos por el fuero.