Los más cercanos al líder del PRI, Enrique Ochoa Reza, saben del mal carácter que se carga este político. Siempre anda con prisa y aún así llega tarde a sus compromisos. Su trato con las bases es lejano y frío. Al parecer, el mismo líder tricolor sabe que las circunstancias no le favorecen a su partido, seguramente eso hace que siempre ande con el rostro enjuto. En ocasiones ha dejado con la mano estirada a varios correligionarios de su partido, mismos que ya le están exigiendo al presidente Peña Nieto la renuncia de su cuate del alma.
Al menos en Veracruz se ha reunido con algunos líderes, casi en contra de su voluntad. No escucha, no propone, sólo repite arengas en contra de AMLO, piensa que con eso es suficiente para posicionarse a nivel nacional. Si este personaje no cambia de actitud, tenga la seguridad que el PRI, se enfrentará al mayor descalabro de su historia.
Y no es porque lo deseáramos, es porque en estos momentos el PRI requiere un verdadero estratega, un hombre carismático que haga propuestas atractivas e inteligentes, un hombre amigo de las bases, y no uno que cada día muestran más desanimo.
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