Por donde le busque, y a pesar de los buenos deseos de todos, el año que se avecina no pinta nada bien. El incremento de la gasolina ya es una realidad, la galopante inflación sólo encarece la canasta básica, las bravatas de Donald Trump no se deben echar en saco roto. La insensibilidad de los que conducen al país se nota en la inseguridad que sufre la mayoría de los mexicanos; sus programas de carácter social sólo son un paliativo contra la pobreza.
La brecha entre ricos y pobres cada día es más extensa, los más de 60 millones de pobres buscan desesperadamente un empleo para poder llevar algo de comer a casa. El desempleo se hace presente, y lo que es peor, la corrupción de la clase gobernante no cesa.
Lo único que nos queda es sacar provecho a nuestra creatividad y habilidades, aprender un oficio extra y cuidar el poco capital que hemos adquirido. Tan sólo miremos el espejo de nuestros amigos venezolanos. No ven la suya y eso podría ser un reflejo de la realidad a la mexicana.
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