Maryjose Gamboa / En la primera navidad del Veracruz post guerra todo luce muy distinto… La verdad por la que tantos años se luchó y que ahora ha quedado al descubierto provoca un grito de horror si la miras de frente. Pero ni modo, no hay otra alternativa, porque se requiere más valor y más entereza para sostenerle la mirada, del que se requirió para llegar a ella. Este es el reto que enfrentamos todas y todos los veracruzanos que nos debatimos entre el dolor de mantener su rostro en la memoria y el anhelo de superarla para retomar la esperanza.
La verdad son 4.5 millones de veracruzanos que intentar sobrevivir a la pobreza. La verdad son 2.7 millones de veracruzanos que habitan en zonas rurales y que carecen de servicios básicos. La verdad son casi un millón de veracruzanos que no saben leer y escribir. La verdad son más de cinco mil víctimas de desaparición y el mismo número de familias a las que les fue arrebatada la vida junto con los suyos. La verdad son más de 800 mil veracruzanos pertenecientes a una etnia en un país y en un estado en el que ser indígena significa ser pobre, ser víctima, ser invisible. La verdad son 21 periodistas veracruzanos asesinados, más una veintena de exiliados, desaparecidos y agredidos. La verdad son miles de maestros veracruzanos luchando en contra de una reforma más laboral que “educativa”. La verdad son miles de pensionados veracruzanos que durante años se vieron obligados a mendingar lo que por ley les corresponde y que hace un año fueron brutalmente golpeados frente al palacio de gobierno sin que nadie responda aún por ello. La verdad son cárceles llenas de veracruzanos inocentes y calles repletas de delincuentes disfrazados de policías, ministerios públicos, agentes ministeriales, o jueces. La verdad son miles de mujeres veracruzanas asesinadas, violadas, indefensas después de dos sexenios de indiferencia y misoginia. La verdad son miles de millones de pesos robados, funcionarios enriquecidos con el dolor y la miseria de un pueblo entero a los que las autoridades federales se niegan a detener y procesar.
Esa es la escalofriante verdad que por increíble que parezca, miles de veracruzanos, cientos de políticos, decenas de funcionarios de “primer nivel”, periodistas al servicio del cartel del palacio, falsos representantes sindicales, y aún más falsos representantes de “organizaciones sociales”, se negaron a mirar de frente durante DOCE AÑOS, aunque también en ellos las secuelas de esa verdad “oculta” haya ocasionado estragos… Estragos por los que hoy reclaman, estragos que exigen sean subsanados como si estuviéramos hablando de un rasguño y no de una profunda herida provocada por dos infames injustamente llamados “gobernantes”. Y tienen derecho a ello, desde luego que sí, pero partiendo de la realidad heredada, no de la fantasía replicada en boletines oficiales que llamaban calumniador y perverso a quien intentaba revelarla.
No sólo es justo, también es obligatorio reclamar cada día el cambio prometido. Lo que no es justo es resumir dicho cambio a la alternancia cuando el verdadero objetivo de esta es, y deber ser siempre, un auténtico despertar de conciencias, y eso implica, guste o no, conservar de manera intacta en la memoria cada una de las realidades descritas… Exigir el cabal cumplimiento de cada compromiso adquirido es necesario, tan necesario como recordar de dónde partimos para poder juzgar los avances, estancamientos, o incluso retrocesos que puedan ocurrir.
Y esto último se lo comento por lo ocurrido el miércoles pasado en el congreso local, el ejemplo más claro de la manera en la que se intenta enterrar la memoria y manipular la esperanza. Llamar a comparecer ante la legislatura al Secretario de Seguridad Pública cuando asumió un cargo que en las circunstancias actuales pocos se hubiesen atrevido a tomar, a 20 días de hacerlo, apenas unas horas después de haber perdido a su hermano, y exigiendo cuentas que no pidieron en DOCE AÑOS los mismos que ayudaron a Fidel Herrera y a Javier Duarte a darle forma a esta horrorosa verdad de la que partimos, a través de cacicazgos que no son un secreto para nadie, fue un vileza.
A pesar de eso, el nuevo titular de la Secretaría de Seguridad Pública Jaime Téllez Marié, acudió a lo que sabía era más una emboscada, que una comparecencia. No tenía razón de ser, porque no era él a quien le correspondía responder por la barbarie heredada por sus antecesores, ya que no participó de modo alguno en las decisiones ni del prófugo de la justicia, ni en las acciones u omisiones de los que hoy pretenden erigirse como justicieros.
De acuerdo TODOS en que ya hay un nuevo gobierno y es este el que tendrá que ir resolviendo los problemas heredados, pero pedirle al nuevo Secretario de Seguridad Pública que en 20 días resuelva y responda ante el recrudecimiento de la violencia cuando es más probable que sean ellos los que tengan más idea de que alcantarillas surgieron de pronto un mundo de grupos delincuenciales, es una “estrategia” tan absurda y perversa como las que implementaron en los últimos meses para tratar de defender lo indefendible. Punto.
Y hablando de…
Y así como se mencionan los reclamos injustos, también es deber moral mencionar los que no lo son. Ni los que acaban de llegar al gobierno son responsables del caos financiero y social que encontraron, ni todos los empleados que se quedaron son responsables de las acciones de sus jefes… Otra vez, de acuerdo TODOS en que los CÓMPLICES, los AVIADORES, los IRRESPONSABLES, los FLOJOS, los ABUSIVOS, los OMISOS, etcétera, sean despedidos de manera inmediata ¿pero y el resto? Los empleados que llevan años en la dependencias recibiendo un salario bajo y realizando un trabajo honesto merecen por lo menos un análisis detallado de su situación laboral, del desempeño realizado, de la eficiencia mostrada durante años de servicio.
Además claro, de las formas… Estas benditas formas que resultan insufribles en asuntos políticos, pero que son fundamentales a la hora de tratar con los subalternos, con los ciudadanos, con quienes más requieren del apoyo solidario de este gobierno y de cada uno de los representantes de los 30 distritos en los que se divide la entidad. Ni deben ni pueden confundir los nuevos Secretarios y Subsecretarios la firmeza y la justicia, con la falta de educación y respeto a la dignidad de las y los empleados que ni tienen el cuchillo en la mano, ni los bolsillos repletos.
Esa es NO la mejor manera, sino la ÚNICA de demostrar que tenemos todas y todos la memoria intacta y que por ende no incurriremos es los abusos y excesos que por AÑOS denunciamos, y de devolverle a los veracruzanos la esperanza de un futuro en el que la justicia social y el bienestar serán siempre la prioridad.
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