Desde las entrañas…

Maryjose
Xalapa, Ver. La diputada María Josefina Gamboa Torales FOTO: MIGUEL ANGEL CARMONA/FOTOVER
- en Opinión

Maryjose Gamboa / De todas las vidas que hemos pasado juntos ustedes y yo, narrando día a día mil historias ajenas y propias desde este espacio,  hasta ahora creía que la más difícil había sido la de la cárcel pero me equivoque…

Aquel ejercicio sin precedente de escribir y publicar una columna “desde el penal”, desde la celda de un reclusorio en Tuxpan, era mucho menos complejo que hacerlo “desde el congreso” por una sencilla razón… Porque allá, aun en medio de las carencias, de la inmundicia, y de las vejaciones, cada relato entrelazaba la historia de cientos de reclusos justa o injustamente juzgados por la ley y la sociedad, con las vivencias propias, pero acá, las historias que diariamente se entretejen entre los legisladores justa o injustamente designados y el pueblo que los eligió, que nos eligió,  son tan extrañas, tan carentes de cualquier certeza, que narrarlas implica el mayor reto al que me haya enfrentado… Allá se suponía que todos éramos “delincuentes”, acá se presume que todos somos “intachables”, pero ambas son verdades o mentiras a medias.

Escribir desde el poder legislativo, del cual gracias a ustedes soy parte, sin simular, sin dejar de llamar a las cosas por su nombre, sin faltar al compromiso con la verdad, sin traicionar su confianza, sin traicionar al medio que me permite este nuevo ejercicio sin precedente,  ni traicionarme a mí misma, por más extraño o complicado que resulte hay que hacerlo, porque al final forma parte de mis compromisos de campaña; Desmenuzar las ENTRAÑAS DEL PODER  para conocer, para entender, y para reconstruir lo que supone un día fueron, instituciones confiables, a modo que dejen de existir estas verdades y mentiras a medias entre los que nos contrataron como sus empleados el pasado 5 de junio, y entre los que hoy ocupamos un cargo público gracias a ese contrato firmado en las urnas.

“SÍ, protesto”…

El pasado 5 de Noviembre rendimos protesta 50 diputados locales, 30 votados en las urnas, y 20 elegidos  por los propios partidos políticos… A cada uno de nosotros le fueron entregados 5 pases para que nos acompañaran en ese día nuestros familiares en el pleno durante el acto protocolario, y varios pases más (entre 6 y 8) para que compañeros o amigos presenciaran desde distintas áreas del congreso la toma de protesta.

Cuando llegué, dos horas antes que iniciara la sesión, me sorprendió la impresionante seguridad que había en los alrededores… Elementos de la policía, vallas, plataformas bloqueando accesos, una verdadera locura para un evento en el que los principales invitados deberían haber sido los votantes. Obviamente no cabrían en el congreso, pero sí pudieron haber presenciado la instauración de la nueva legislatura tal vez desde las calles aledañas, por lo que inmediatamente pregunté a que se debía ese lamentable espectáculo de “seguridad” ¿por qué o para quién? Si a la mayoría de los que fuimos opositores REALES solo Dios (o cualquier ser supremo en el que crean) nos cuidó durante la guerra de 6 años en contra del sistema corrupto y perverso encabezado por el prófugo Javier Duarte.  La respuesta fue clara, aun es Juan Nicolás Callejas quien manda en el congreso hasta que rindamos protesta, y así lo decidieron y punto… “Bueno PROTESTO desde ahorita pero sigamos” respondí.

Cada bancada se reunió previo a la sesión, en la oficina del Coordinador de la misma, oficinas muy alejadas y muy distintas a las de las y los diputados… “Es por allá”  me indicó una de las empleadas sindicalizadas del congreso -historia que mañana les cuento porque merece narración aparte la inmensa cantidad de personas que ahí laboran y cuya función puede ser por ejemplo, servir el café en una sala de juntas NADA MÁS- seguí las instrucciones, jamás en mi vida había estado en esa “área”,  la de los que “mueven el pandero”, la de los que su voto vale en la Junta de Coordinación Política el equivalente al número de diputados que conformen su bancada, y cuando llegué simplemente no podía creer lo que mis ojos veían con igual o más horror con el que descubrieron las mazmorras mal llamadas celdas en aquella prisión.

“En un momento inicia la junta, pasa mientras a la sala de tele, ahí hay baño y de todo”  me dijo otra secretaria al llegar a la oficina del coordinador de la bancada del PAN a la cual pertenezco… ¿A la sala de qué? ¿Es en serio? pregunté, “Si, es la oficina que pertenecía a Juan Nicolás Callejas, pero ahora como la bancada más numerosa son ustedes, le corresponde a su Coordinador” me explicó otra secretaria sindicalizada, cuya función probablemente sea esa, explicar “boberas” a los bobos que aunque sabíamos del indignante dispendio de recursos en los tres poderes, jamás nos imaginamos hasta qué punto llegaban.

La oficina efectivamente cuenta con todo lo que me advirtió la secretaria… Un despacho del tamaño de un departamento de lujo que hace las veces de “oficina”, una sala para reuniones igual de inmensa, un tipo comedor pequeño para pláticas “más en corto”, una habitación continua en donde hay otra sala con una enorme pantalla (con baño completo, vaya hasta con regadera),  y otra habitación más donde varios escritorios albergan a cinco, diez, mil,  secretarias… “Esta oficina es como de Presidente de la República” comentamos varios, el Coordinador nos explicó que fue ampliada y acondicionada por órdenes del antiguo “jefe” de la Junta de Coordinación Política, el priista Juan Callejas, pero que ya más adelante se vería “eso” porque por lo pronto era hora de ir a rendir protesta. “Vamos pues, pero registra que aún no llego y ya llevo dos PROTESTAS al hilo” comenté mientras nos dirigíamos al pleno.

Minutos después llegamos todos a las curules que nos fueron asignadas, esa área  si la conocía bien. Asientos forrados en piel de hace mil años, un techo con bocinas rosadas, un equipo de audio y un sistema de registro de votación que se descompone un día sí y al otro también, porque entiendo que el “debate” NO se daba ahí, sino en la mega oficina que conocí minutos antes, ahí solo se iba a alzar la mano, por lo que a nadie le pareció importante dar mantenimiento permanente a los micrófonos y tableros electrónicos desde donde se registran las votaciones.  Bueno pues desde ahí y antes de la protesta oficial, rendí mi TERCERA PROTESTA del día… La curul de Vicente Benítez, uno de los principales señalados por actos de corrupción durante el sexenio maldito de Javier Duarte, estaba a menos de un metro de la que me asignaron, por lo que podía ver su sonreía CÍNICA casi sin necesidad de voltear.

Apenas cruce una mirada y unas cuantas palabras con él; “Hola” me dijo con la intención supongo de darme la mano.  “Ni se te ocurra, cínico” respondí con el coraje y la impotencia de saber que 8 millones de veracruzanos en ese momento tal vez lo que esperaban de mí, es que por lo menos le diera un par de bofetadas en lo que las autoridades solicitan su desafuero, pero no pude porque “esas no son las formas” me explicaba una compañera, y pues sí, tenía razón, AHÍ esas no son las formas, pero por primera vez en la vida extrañé la cárcel, en donde para nadie “las formas” son un problema, en donde te dicen desde que llegas “ese es un cabrón”, “a ese mándalo al carajo en cuanto se te acerque porque en un minuto te chinga lo que traigas”.

SÍ PROTESTO” dije finalmente para convertirme en diputada, pero nada ni nadie me quitarán nunca el sabor agridulce de haberlo hecho junto a uno de los que tanto he señalado por descarado y corrupto, por más que sepa que no cuento con ninguna facultad legal para evitar que ese rufián este ahí… Sabor agridulce que con el paso de los días entendí será parte de esta vida a la que Duarte me orillo, pero que aun sin elegirla, acepté, por lo que volví a PROTESTAR  por quinta vez en el día pero ya a solas y a punto de dormir, no había nada que CELEBRAR.

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