La dilación para pagar los adeudos y salarios a los maestros estatales, la tardanza para pagar los sueldos de los burócratas. Los pagos pichicatos a los empresarios sólo reflejan dos cosas: el gobernador Duarte no tiene dinero para pagar y, la otra, que piensa dejarle la papa caliente al nuevo gobernador.
La torpe forma de gobernar y el dispendio en los gastos, así como el desvió de recursos y una larga fila de nuevos ricos han dejado las arcas vacías. El déficit que dejará de herencia al gobierno que comenzará el primero de diciembre de este año, impedirá solventar de tajo las deudas de Javier Duarte.
Resulta preocupante el poco espacio de maniobra que tendrá el nuevo gobernante; es cierto que por ganas y buenas intenciones no habrá reparo pero en la realidad, sin recursos no habrá progreso. Se espera que la Federación tome en consideración en qué condiciones tan lastimosas está tomando el mando el nuevo gobernante.
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