Las dos cosas que no hizo

Presidente
El desdén presidencial a Javier Duarte de Ochoa FOTO: YOUTUBE
- en Opinión

Rafael Pérez Cárdenas / Eran los días posteriores al Quinto Informe de Gobierno. Desde el verano anterior, habían transcurrido semanas terribles en las que la muerte del periodista Rubén Espinosa había puesto a Veracruz en las primeras planas de todos los medios del país y muchos del extranjero.

Ya se escuchaban los primeros rumores de los pecadores y los pecados que se habrían cometido en estos seis años; no había mucho que festejar, pero en general, el estado se mantenía en tranquilidad. La falta de dinero ya frenaba el desarrollo de algunos programas, los acreedores empezaban a alzar la voz, pero la descomposición financiera se mantenía bajo la alfombra.

En ese escenario, la estrategia a seguir era muy simple. Sólo había que hacer dos cosas: recomponer la relación con el Presidente –algunas voces hablaban de un supuesto distanciamiento- y preparar su sucesión.

La sola idea sonó a blasfemia. Era insolente y absurdo pensar que estas tendrían que ser las dos tareas más importantes del Gobernador en el tramo final de su administración.

En el primer caso, la respuesta fue contundente: “Yo soy el veracruzano más amigo del presidente”, cosa que a Miguel Alemán Velasco le debe haber parecido una broma digna de quien la dijo. Pero en efecto, durante su coincidencia como gobernadores del Estado de México y de Veracruz, Peña Nieto y Javier Duarte habían trenzado una amistad personal y un vínculo político muy fuerte.

El segundo tema era aún peor. Reconocido así mismo como un animal político, de inteligencia superior a la de su maestro, el mandatario veracruzano rechazó de inmediato esa posibilidad. La sucesión estaba en sus manos y la había construido desde la polémica reforma para homologar los procesos electorales y establecer una gubernatura de sólo dos años. No había tarea pendiente, todo estaba hecho.

Y así marchaban las cosas, hasta que el Gobernador cometió el pecado de la indiscreción. En una comida con periodistas, aseguró que el Presidente Peña le había otorgado la confianza y potestad de designar a su sucesor, es decir, al candidato priista a la gubernatura del estado.

Hasta hoy suenan aquéllas frases que reseñaban lo que el Presidente le habría dicho: “en el tema de la sucesión me dijo: Javier, nunca me has fallado, pero esta es la decisión más importante de tu vida, no te puedes equivocar, con lo cual me está dando la gran responsabilidad”.

Ese fue el pecado original que lo expulsó del paraíso. Si efectivamente el Presidente lo dijo, había cometido la mayor de las indiscreciones, traicionando la confianza y enrareciendo el ambiente político, para entonces bastante caldeado por la sucesión. Y si no lo dijo el Presidente, la osadía de poner cosas en su boca para erigirse como el gran elector, no sólo socavó su cercanía con Peña Nieto, sino que pudo haber advertido a la dirigencia nacional del tricolor de que estaba dispuesto a todo.

Si era el veracruzano más amigo del Presidente, muy rápido dejó de serlo. Y si no tenía que recomponer su relación con Peña Nieto porque esta “era excelente”, lo menos que tenía que haber hecho, era conservarla. No sucedió así. Las últimas visitas de Peña a Veracruz han borrado al gobernador de los discursos y hasta de las fotos. Así, la primera tarea se fue al caño.

Y vino el surgimiento del candidato. El panorama se complicó, sus indiscreciones fortalecieron a sus adversarios y de a poco fue perdiendo capacidad de maniobra hasta perder la sucesión. Sin muchos problemas logró imponer al Presidente del CDE del PRI como preámbulo de su candidatura, pero esta misma decisión provocó la fractura abierta y consistente con las corrientes que encabezaban los dos senadores.

Así, la segunda tarea por hacer también fracasó. No logró imponer a su candidato y se fraguó una campaña en la que se luchó palmo a palmo por posiciones políticas y candidaturas a diputados locales. Nunca hubo una verdadera reconciliación, ni compromiso entre el candidato y el Gobernador. Jamás se tuvieron confianza.

Ya sabemos cómo terminó la historia: el PRI perdió la elección y el gobernador Duarte fue suspendido de sus derechos partidistas, algo que nunca había pasado con otro mandatario. La PGR ha dicho que lo investiga por tres delitos, el SAT ha iniciado indagatorias a él y a medio centenar de personas de su círculo más cercano. No hay un sector en la sociedad veracruzana que no reclame un pago o un agravio.

Al final, bastaba con hacer sólo dos cosas.

La del estribo…

Ayer por la mañana falleció la señora Ma. Antonia Bustamante Sepúlveda, madre del destacado abogado veracruzano, actual director de la Facultad de Derecho de la UNAM, Raúl Contreras Bustamante. A él y a su familia, un abrazo afectuoso.

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