El levantamiento de dos clérigos en la olorosa Papantla, vuelve a colocar a Veracruz en primera plana. La impunidad en la que se mueven los grupos delincuenciales resulta vergonzosa y cínica. El fiscal sólo es un objeto de decoración. No compone ni resuelve nada.
El reto para el próximo gobernador será gigantesco; las instituciones encargadas de procurar justicia en el Estado están contaminadas hasta la médula, seguramente se encontrarán expedientes perdidos, olvidados y amontonados, prueba de la escandalosa impunidad.
Será una verdadera prueba fuego, sin embargo, es necesario que se limpie este muladar que dejan los protegidos de Javier Duarte, si el gobernador electo pone el dedo en la pútrida justicia duartiana y la ataca de raíz, tenga la seguridad que los veracruzanos lo recordarán más adelante.